(Hoy, que se acaban las clases, dedico este poema a la mejor profesora del mundo, con la que no puedo evitar repetir curso -porque con ella sigo aprendiendo a ser mejor profesor-).
Un cielo. Un cielo y una estrella,
una clase y, en el centro, ella.
Un número primo de alumnos te miran;
¡Observa el brillo en sus pupilas!
¡Conviertes tu arte en vida!
Con tu inglés por alas,
tu tiza toca el cielo;
y sonrío si estoy triste,
y lucho si tenía miedo.
THANK YOU!