martes, 26 de septiembre de 2017

Que reine la alegría. Que las calabazas sean constructivas.

Vamos a comunicarnos gráficamente. Porque esto es importante. Vamos a analizar a qué le damos calabazas y a quién no debemos darle calabazas (porque la palabra Calabacitis significa "inflamación de las calabazas", porque este virus de color pretende cambiar el mundo, porque las únicas calabazas que realmente sirven son las que nos hacen crecer, no las que nos hacen cada vez ser más pequeños y estrellarnos).

La libertad académica y la autonomía son principios que rigen en todos los colegios, institutos y universidades del mundo. Pero tenemos un problema de tiempo en la enseñanza y en el aprendizaje de la comunicación gráfica. No se puede ir contra natura. La enseñanza de cualquier lenguaje requiere un tiempo, y el tiempo en el que ahora se da el programa para aprender a comunicarse gráficamente es tan pequeño que la tarea es inabordable.

Vamos a poner un ejemplo:

El dibujo en bachiller se abarca últimamente en dos años, y el de la universidad (en una ingeniería) en un semestre (y el que tiene más suerte en dos).
¿Qué pasaba antes? Había un dibujo de primer curso, anual, dibujo de segundo curso, anual, geometría descriptiva, anual, topografía, anual, oficina técnica (era una materia semigráfica), anual, dibujo por ordenador... Llevábamos un bagaje de ¡seis años!
Ahora el alumno tiene que saber comunicarse gráficamente, con todos estos contenidos, en dos años y medio a lo más. Y esto es ANTINATURA.

¿Qué hace la gente? ¿Qué hacen algunos profesores? Aprender y enseñar a aprobar. Aprender cómo se hace la Selectividad, por ejemplo. Y ése es el problema.

Manatito opina (y espera contagiar a todo el mundo, que os convirtáis en cómplices de este nuevo cambio en la forma de enfocar el aprendizaje de la comunicación gráfica) que hay que aprender poco y bien y de forma que el alumno se sienta contento con lo que ha aprendido porque luego, con el tiempo, si se siente contento, ya irá aprendiendo él solo. Pero si el profesor le dice "te voy a dar calabazas, te voy a suspender hasta que no saques esto" lo único que hace es generar un rechazo al lenguaje de una asignatura que no sólo es bonita, sino que es preciosa, que es ciencia y que es un montón de cosas positivas.

Profesor, ¡no lo hagas! ¡Que reine la alegría! ¡Que ningún alumno pierda el color! Cuidado con las calabazas, démoselas a quien las merece y cuidado con las que no llevan más que a hacer este mundo gris e injusto. Demos la importancia que merece a todo esto, porque el alumno debería realizarse según su "genio" singular y como decía la canción ESTAMOS FALTOS DE GENIOS y a veces por errores en la educación.

Con esta imagen voy a dar la cara al problema. Detrás de "Calabazo Mayor del Reino" está el artista Nacho Paswal. Un artista que tiene muy claro que la ciencia del dibujo técnico es ciencia, y que merece tanto o más tiempo en un aula que otras. Por eso en este blog intentaremos que el alumno que se pase por aquí (quizás aprendiendo él ya solo) luche por conseguir que reine la alegría.



El primer contagiado de Calabacitis

Cuando os estaba presentando a Manatito, el primer contagiado de Calabacitis ha expresado un deseo para los Calabazos en el blog: "Espero que nos acompañen y su compañía nos inspire en la reconstrucción de nuestro mundo geométrico". ¿No os creíais que Manatito contagiaba complicidad? ¡Deseo conseguido! Manatito ya se ha puesto manos a la obra para realizar esa reconstrucción. ¡Tendremos muchos cómplices en esta tarea! Por hoy, como aún no los conocemos a todos, Manatito nos va a enseñar qué es ese mundo, y para hacerlo ha decidido empezar convirtiéndose en dibujo.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Calabacitis


En un siglo ventiuno caracterizado por el consumismo, en el que ya incluso la mayor parte de los pueblos aborígenes en lugar de seguir creando compran bienes fabricados y miran muy poco por la naturaleza, en el que todo está hecho de plástico y de una forma bastante amoral, quise proponer una solución con mi arte. Decidí crear un virus bueno, el de la Calabacitis, que nos hiciera olvidar los malos hábitos y nos comunicase directamente con la naturaleza y el color. Nacieron unos bichitos hechos con unas calabazas que mi abuelo cultivó en su huerta (en los cuentos han sido siempre el origen de la magia, la materia prima): Lunini, Delfo, Urso, Manatito, Parolo, Fili, Quino, Quelo, Croco y Trompo. Eran un pequeño grito en contra de la degradación del ser humano que nos invitarían a conservar los arroyos, ríos, pantanos y marismas en su estado original (decían que debían ser tratados como seres sagrados), nos enseñarían el camino hacia la felicidad, nos harían olvidar los malos hábitos (nuestros principios consumistas) y nos darían color.