martes, 27 de febrero de 2018

NEW YORK NEW YORK

Hoy me he encontrado una carta que escribí de adolescente, concretamente con 16 años, mandada desde Manhattan a mi familia. La comparto para dejar huella de que yo pasé por este mundo. Yo, que trato a diario con adolescentes, no me quiero olvidar de que yo también lo fui. Éste fue el inicio del amor por una ciudad que ha sido mi hogar en algún momento y que me ha dado múltiples alegrías y maravillosos amigos (aún los conservo desde entonces).





     Hola, ¿qué tal os va? A mí muy bien, de veras. Os escribo, no sé, porque supongo que queréis saber un poco cómo es esto. No es ni mucho menos como te lo describen en las películas; todo eso es mentira, así que quitaros de la cabeza la imagen que tenéis creada de Nueva York. Es bastante parecido a Madrid, sólo que quizás un poco más "a lo grande". Manhattan es... pues como la Puerta del Sol de Madrid. Hay mucha gente, todos con prisas, hay mucho que ver, y al lado de los edificios más impresionantes vive gente que son los llamados "Homeless", es decir, gente sin hogar. Pero como en Madrid, no más exagerado. No hay más peligros aquí que allí.

     Al lado de la quinta avenida, que está llena de gente con prisa (ejecutivos que van a trabajar, etc.), está el Central Park, que es como el Retiro (pero un poquito más grande). Es como estar en el campo sabiendo que tardas dos minutos en llegar a la civilización.

     Lo que más te llama la atención cuando llegas yo creo que es la gente, o por lo menos a mí. Esto es un croquis de colores de piel. Te encuentras en la misma calle negros, blancos, amarillos, morenitos... La relación entre ellos estoy descubriéndola cada día un poquito más. LA primera semana pensé que se llevaban todos muy bien, pero cada día me voy dando cuenta de que no es tan bien... más bien tira a mal. Hay bastante racismo, pero no se ve en la calle el primer día que llegas. Es más, no entiendes por qué, por ejemplo, cuando vas a el Bronks o a Brooklyn, te dicen que eches el pestillo a la puerta del coche y cierres la ventanilla (cambiar de barrio es algo impresionante, porque en dos segundos pasas de ver hoteles súper lujosos a ver un especie de Vallecas -no más, tampoco hay que exagerar- donde sólo hay negros por la calle). Bueno, luego seguiré con este tema.

     Manhattan, que es lo que se suele llamar Nueva York (la ciudad) es súper cómoda para ir a pie, pero horrible para ir en coche. Las calles y avenidas van por números, así que es imposible perderse. Además, todo está cerca, porque toda la ciudad es "el centro". Hay tantos taxis que las calles son amarillas. La gente conduce de la manera más bestia que uno se puede imaginar. El trato con los demás es como en Madrid... tampoco hay tanta relación en lo que es la ciudad. El metro es fácil de manejar, pero a mí me parece un sistema un poco estúpido, porque no puedes hacer fácilmente un transbordo; además, los trenes cambian de nombre y de dirección dependiendo si es fin de semana o día laborable. Prefiero el sistema madrileño.

     Ya os he descrito Manhattan, que no es ni mucho menos todo Nueva York. Ahora voy a la isla donde vivo, Roosevelt Island. Aquí es totalmente distinto todo. La gente es súper abierta, hay mucha tranquilidad y hay menos peligro que en el pueblo de Brigitte en Alemania. Es bastante bonita porque, vayas donde vayas, siempre hay río. Está muy contaminado el agua, pero parece limpio. Si vas por la parte oeste de la isla (sólo hay una calle muy larga, una especie de paseo marítimo a un lado y al otro) es preciosa, sobre todo de noche, ya que ves todos los rascacielos de Manhattan en la otra orilla (lucecitas con distintas formas). Hay mucha gente en silla de ruedas, porque el Estado de Nueva York, a la gente que sale mal de las operaciones (los "fallos médicos", digamos) les ofrece una casa aquí. Es el único sitio donde conviven perfectamente blancos, negros y amarillos. Sólo os tengo que decir que tengo amigos de África, de Filipinas, de Colombia, de Puerto Rico, de Inglaterra, etc. Esto es tan tranquilo que, si un coche ve que QUIZÁS vas a querer cruzar la única calle que hay en la isla, aunque te falte aún medio minuto para hacerlo, se para. Si no tuviese amigos me aburriría muchísimo, porque casi no hay nada que hacer. Hay piscina, pistas de tenis, campos de fútbol americano y béisbol, campos de baloncesto, muchos jardines... pero no más, ni un bar ni nada de eso. Pero con amigos es genial porque estás todo el día con ellos y te lo pasas bien.

     Me levanto a eso de las 12 ó 12 y media. Me voy un rato a la piscina (siempre hay algún amigo, porque muchos de ellos trabajan de socorristas). Como cuando quiero. ¡Ah!, por cierto, tengo suerte de que no me haya tocado una familia totalmente americana, porque estoy comiendo genial (comida rumana, muy parecida a la española). Lo de comer cuando quieras es normal porque cada uno en la familia tiene un horario. El padre siempre está bromeando. Trabaja de conserje en un hotel muy importante (nos cuenta sus historias con la gente famosa que se aloja allí, entre otras cosas). Es muy buena persona. La madre es también muy maja. Es audióloga. Ahora (hace dos días) está Adela, la hermana de Alex. Es la cosa más rica que hay, pero dentro de cinco días se va a la universidad, así que sólo la veré algún fin de semana. A Alex ya le conocéis.

     Aquí no hay que estar con contemplaciones. Cada uno hace lo que quiere cuando quiere (me refiero a que no hay muchas formalidades). Si quieres comer... hay de todo en el frigorífico, sólo tienes que calentarlo cuando quieras.

     Mis amigos son majísimos. Hay de todos los tipos: unos serios y otros que no pueden estarlo jamás, unos con los que se puede hablar de algo interesante y otros cuyo único tema de conversación es las chicas y poco más. Pero todos son majísimos. No habla ninguno español, así que no hay más remedio que intentar sobrevivir con el inglés. Y eso es raro en Nueva York, porque vayas donde vayas, siempre, pero siempre siempre habrá alguien que sepa hablar español.

     Normalmente estamos en casa de alguien. Aquí es lo que se hace. Intentamos ver una película, pero siempre acabamos hablando o algo así. Me acuesto a eso de las dos de la mañana (todos vien al lado, total, que cuando ya no puedes más). Alex trabaja algunos días en la piscina de socorrista. Aquí todo el mundo trabaja. Es muy fácil encontrar trabajo. No haces nada y te pagan bien.

     De la vida americana no sé qué deciros porque la verdad es que aquí todo el mundo es extranjero (unos más "nuevos" y otros más "viejos"). Total, que depende de dónde vengas eres así o asá. ¿Entendéis?

     La verdad es que he tenido bastante suerte de que me tocara con Alex. Borja vive en Manhattan-Manhattan y un día dormí en su casa (la casa donde está) y prefiero vivir en la isla. No pensé que iba a tener tantos amigos tan pronto. Es estar en el centro pero viviendo de otra manera. Además, Alex es majísimo y su familia igual. Echo de menos España pero no porque aquí me vaya mal. ME va fenomenal y cada día mejor porque voy aprendiendo un poco más y entendiendo mejor. Ayer, por ejemplo, nos quedamos hablando de América, sus problemas, los vagabundos de Nueva York y temas filosóficos y más o menos puedo decir que entendí la mayor parte.

     ¿Qué más? El otro día estuve en una discoteca en Manhattan. Todos muy guapos, todas muy guapas (estaba llena de modelos). Me soplaron quince dólares sin consumición, ¡qué robo! Bueno, me parece que no repito o, si lo hago, iré gratis, porque como soy amigo de la novia de Alex (que es modelo), espero que me pueda pasar gratis. No creo que digan que no, porque... ¿qué no tengo yo que tenga el mejor modelo en todo NuevaYork? (es broma).

     La estatua de la Libertad es súper canija. Me querían soplar quince dólares por subir arriba, pero me da igual no verlo todo aquí. Me gustaría ir a ver las catarátas del Niágara. No sé, ya se verá. El padre de Alex me llevaría, pero ya se le han pasado los días de vacaciones. Cuando tenía días libres siempre nos llevaba por ahí. Ha sido taxista antes, así que te enseña Nueva York como un profesional. ¡Madre mía cómo conduce! Como todos. Él en Rumanía era profesor de niños y psicólogo, la madre es algo parecido, pero al venir aquí no te convalidan los títulos. Así que están estudiando. La madre ya ha terminado. LA verdad es que es duro llegar a ser ciudadano norteamericano pero es verdad eso de que América es el continente de las oportunidades. Lo que pasa es que hay mucha gente vaga. El estado da dinero a las familias por tener hijos, así que hay mucha gente (sobre todo hispanos y negros) que prefieren vivir sin trabajar. Bueno, me estoy metiendo en temas profundos y no hay casi espacio, así que lo dejo para cuando vuelva.

     Hasta mi próxima carta (no os penséis que tengo mucho tiempo para escribir), o hasta el domingo. Escribid vosotros también.

     Un besazo para todos de

                                               Nacho




Las vistas desde el apartamento que fue mi casa dos décadas más tarde (no se pagó con dinero).

No hay comentarios:

Publicar un comentario