jueves, 26 de octubre de 2017

Las cabezas cuadradas




Hoy he recuperado este CorreoCaminos de 1996. Hace ventiún años, en la misma Escuela de Caminos donde hoy hago un máster para ser profesor de secundaria de expresión gráfica, YO ARMÉ UNA REVOLUCIÓN. Los profesores pretendían que sólo fuéramos ingenieros, que dejáramos de un lado lo de ser hombres. Todo tenía que ser estudiar, y hasta nos querían concentrar los exámenes para que no pudieramos más que ir a curso por año, pues si no se nos montaban...

Yo llené la Escuela Gris de Color, con mi primera exposición, que se tituló "10 poesías, 10 cuadros y 10 fotografías y no 30 exámenes en 10 días". Estaba en segundo de carrera por entonces y la lie parda. ¡¡¡Y vencimos!!! Fue mi primera exposición, pero no creo que haya otra de la que me sienta más orgulloso en mi vida.

Bueno, por entonces me creía que todo aquello que pasaba con los profesores era porque estudiábamos ingeniería. Pero no, veintiún años más tarde sé ya que el ser humano es así, se estudie lo que se estudie. Hoy me encuentro con profesores de asignaturas que deberían de ser bonitas, que deberían de tener al alumno en cuenta, que ya no sólo son ingenieros, que los hay incluso psicólogos, pero que siguen tan cabezas cuadradas. ¿Son distintos? No. Nos quieren enseñar a ser profesores así, a lo burro. Concentrando mil tareas y exámenes en 30 días, no pensando más que en el prestigio de su máster, no teniendo nunca en la cabeza facilitar la tarea al alumno...

Hoy voy a pedir dos deseos: el primero es que el día que yo sea profesor, respete el tiempo del otro para ser persona también.

Y el segundo, como hoy va la cosa de mentes cuadradas, que España cambie. Y es que valoro y presumo en el extranjero de la riqueza cultural de España; en paisaje, gastronomía, lenguas, costumbres, hasta razas. Pues somos una mezcla de tanto: celtas, iberos, tartesos, judíos, moros... No soporto los nacionalismos, ni de un lado ni de otro. Tanto escozor me provoca la actitud intolerante de los extremistas catalanes, como los que enarbolan orgullosos, como únicos poseedores, la bandera de España, igual de intolerantes. Esas actitudes, las de no respeto a los demás, son las que dan miedo, las que provocan y han provocado guerras, y sinceramente, vergüenza. Por un país tolerante, diverso, culto y respetuoso con las diferencias, y que, en lugar de concentrar exámenes para ser español o catalán, sea capaz de dejar al otro vivir. Que tanta bandera ya aburre y que no cambien nunca las cosas... más todavía.



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